En situaciones de desastre, las personas con asma enfrentan desafíos adicionales para mantener su salud bajo control. La preparación previa y las medidas adecuadas durante y después de un evento catastrófico son cruciales para evitar complicaciones graves.
Antes de los desastres: planificación y abastecimiento
Una de las recomendaciones más importantes es desarrollar un plan de acción contra el asma en conjunto con un médico. Este plan debe incluir estrategias para prevenir y controlar los ataques de asma, así como instrucciones claras sobre cuándo utilizar los medicamentos recetados.
Además, se aconseja tener un suministro de medicamentos para al menos 7 a 10 días y mantener copias de documentos importantes, como recetas, tarjetas de seguro y el plan de acción contra el asma.
Vacunarse contra la gripe es otro paso fundamental, ya que las personas con asma tienen un mayor riesgo de sufrir complicaciones graves si contraen infecciones respiratorias. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan que todos los pacientes asmáticos se vacunen anualmente contra la gripe.
Durante los desastres: evite desencadenantes y mantenga la higiene
Durante un desastre, es vital evitar los desencadenantes del asma. Elementos como el polvo, el polen y el moho, que pueden proliferar durante huracanes e inundaciones, son especialmente peligrosos. Es fundamental que las personas con asma se mantengan alejadas de estos factores y sigan las pautas de higiene de los CDC, lavándose las manos con frecuencia para evitar infecciones que puedan agravar su condición.
Es también crucial revisar los medicamentos, ya que si estos entran en contacto con agua contaminada podrían volverse peligrosos. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ofrece pautas sobre el uso seguro de medicamentos después de un desastre, y hay programas de asistencia disponibles para aquellos que necesiten ayuda para reponer sus medicamentos.
Después de los desastres: limpieza y salud mental
Tras un desastre, el moho en las viviendas puede representar un grave peligro para las personas con asma. Se recomienda evitar los lugares con moho y, si es necesario limpiar, hacerlo solo cuando la casa esté completamente seca. La guía para la limpieza del moho, elaborada por los CDC, ofrece detalles sobre cómo realizar este proceso de manera segura.
Además, desinfectar las superficies que han estado en contacto con agua de inundación es esencial, pero es importante que el proceso sea llevado a cabo por alguien que no tenga asma, si es posible. Mantener las ventanas abiertas para ventilar y aplicar desinfectantes en paños en lugar de rociarlos directamente son medidas que pueden ayudar a minimizar el riesgo de desencadenar un ataque de asma.
Finalmente, cuidar la salud mental es tan importante como el cuidado físico. El estrés puede ser un detonante de ataques de asma, por lo que es vital seguir las recomendaciones de los CDC para manejar las emociones después de un desastre.
Preparación es la clave
Para las personas con asma, estar preparado para un desastre natural significa más que simplemente tener suministros; implica tener un plan de acción bien definido, evitar desencadenantes conocidos, y ser consciente de los recursos disponibles para manejar el estrés y asegurar su bienestar. Con las precauciones adecuadas, es posible controlar el asma incluso en las circunstancias más difíciles.