La administración Trump lanzó este jueves el primer informe de su Comisión Make America Healthy Again (MAHA), que plantea una revisión profunda de las políticas federales relacionadas con alimentos, pesticidas y medicamentos, y señala a las toxinas ambientales y hábitos alimenticios poco saludables como factores clave detrás del auge de enfermedades crónicas en el país, especialmente entre los niños.
Encabezado por el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., el informe recomienda revaluar el calendario de vacunación infantil, estudiar el impacto de los alimentos ultraprocesados y examinar el uso de pesticidas ampliamente aplicados en la agricultura comercial. Estas propuestas serán presentadas al presidente Donald Trump en un evento oficial en la Casa Blanca.
El documento surge como resultado de una orden ejecutiva firmada el pasado 13 de febrero, en la que Trump exigió una evaluación inicial de las causas del aumento de enfermedades crónicas. La comisión MAHA deberá ahora elaborar una estrategia detallada en los próximos 100 días.
Controversias anticipadas
Incluso antes de su publicación, el informe generó tensiones entre sectores clave. Representantes de la industria agrícola y alimentaria ya han manifestado su preocupación por posibles impactos negativos en la producción y percepción pública del sistema alimentario estadounidense.
Vacunas, medicamentos y salud infantil
El informe propone abrir el debate sobre los efectos de las vacunas infantiles y realizar más estudios, incluso con placebo, sobre su seguridad. Si bien no afirma de forma explícita un vínculo entre vacunación y autismo, sí señala que “muchos [padres] tienen inquietudes sobre el uso apropiado de las vacunas y su posible papel en la creciente crisis de enfermedades crónicas infantiles”.
“La receta llega en 100 días; ¿cómo la vamos a manejar? Ya estamos investigando a fondo. No esperábamos a que se publicara este informe para empezar a investigar las crisis, incluida la del autismo”, declaró Kennedy a la prensa.
En el ámbito farmacéutico, la comisión critica el uso excesivo de medicamentos en niños, como los prescritos para el TDAH, la depresión, el asma y los fármacos GLP-1, y advierte sobre diagnósticos “desproporcionados” que podrían derivar en tratamientos innecesarios y estigmatización social.
Alimentos procesados y exposición ambiental
Uno de los ejes del informe es la nutrición. Se afirma que la dieta infantil estadounidense es rica en cereales refinados, grasas y azúcares ultraprocesados, lo que impulsa las tasas de obesidad y diabetes. También se cuestionan aditivos alimentarios como edulcorantes y conservantes artificiales.
La comisión solicita estudios independientes sobre estos ingredientes, actualmente considerados seguros por la FDA, y ensayos clínicos a largo plazo para comparar los efectos de dietas basadas en alimentos ultraprocesados frente a aquellas centradas en alimentos integrales.
En cuanto a la exposición a pesticidas como atrazina y glifosato, el informe menciona estudios que sugieren vínculos con trastornos reproductivos y enfermedades hepáticas. Sin embargo, reconoce que tanto la FDA como la EPA han validado que la mayoría de las prácticas agrícolas cumplen con la normativa federal.
Captura corporativa y desconfianza pública
Uno de los puntos más polémicos del informe es su denuncia sobre la influencia corporativa en agencias regulatorias y el Congreso. “La evidencia sugiere que el dinero farmacéutico influye fuertemente en la legislación del Congreso a través del cabildeo y la manipulación de grupos de defensa de los pacientes”, afirma el informe.
Estas críticas reflejan las declaraciones recientes de Kennedy, quien acusó a las industrias farmacéutica y alimentaria de financiar investigaciones sesgadas y manipular la narrativa científica sobre sus productos.