El ejercicio físico es parte fundamental de un estilo de vida saludable, pero para algunas personas puede ser más atractivo que para otras. Investigaciones recientes sugieren que la clave de esta diferencia podría estar en los trillones de microbios que habitan en nuestro intestino. Estos microorganismos no solo juegan un papel en la digestión y la salud general, sino que también podrían influir en nuestro deseo y capacidad para hacer ejercicio.
Un estudio adelantado por los NIH ha revelado que el microbioma intestinal parece estar directamente relacionado con la motivación para ejercitarse. Al analizar el comportamiento de ratones, los investigadores observaron que aquellos con una cantidad reducida de bacterias intestinales corrían menos y se fatigaban más rápidamente en la rueda de ejercicio. Esto sugiere que la presencia de bacterias intestinales saludables podría ser crucial no solo para la tolerancia al ejercicio, sino también para las ganas de realizarlo.
El ejercicio aumenta los niveles de dopamina en el cerebro, una sustancia química asociada con el placer y la motivación. Este neurotransmisor es el responsable de esa «euforia del corredor» que muchos sienten después de un esfuerzo físico prolongado.
En los ratones con microbiomas intestinales sanos, el ejercicio estimuló un aumento de dopamina, lo que los motivó a seguir moviéndose. Sin embargo, en los ratones con microbiomas alterados, no se observó este aumento de dopamina, lo que redujo su impulso de ejercitarse.
Este estudio refuerza la idea de que el intestino se comunica directamente con el cerebro a través de un eje denominado «eje intestinal-cerebral». Durante el ejercicio, las bacterias intestinales producen una sustancia química que estimula al cerebro a liberar más dopamina, proporcionando una mayor sensación de recompensa. Sin esta comunicación, los ratones perdieron interés en el ejercicio, lo que apunta a la importancia del microbioma en la motivación física.
Aunque estos hallazgos se basan en estudios con ratones, abren una puerta a nuevas investigaciones sobre cómo las bacterias intestinales pueden influir en el comportamiento humano. Si el microbioma intestinal tiene un efecto similar en las personas, podríamos encontrar nuevas formas de hacer que el ejercicio sea más placentero y accesible para todos. Esto podría llevar a enfoques innovadores para mantener a las personas activas, mejorando tanto su salud física como su bienestar mental.
Por más de que aún queda mucho por investigar, esta conexión entre las bacterias intestinales y el ejercicio ofrece una perspectiva interesante sobre cómo nuestros microbios podrían estar influyendo en nuestras decisiones cotidianas.