«Reconocer que no podía fue lo que me salvó», el testimonio de Jay Fonseca sobre la lucha contra la obesidad

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Jay Fonseca, comunicador y analista político. Foto tomada de : El Vocero

Durante su participación en un encuentro de la Sociedad de Obesidad y Síndromes Asociados de Puerto Rico, el comunicador y analista Jay Fonseca compartió su testimonio personal sobre la obesidad como una condición crónica que marcó casi toda su vida. 

Su intervención no fue solo emotiva: fue también un llamado urgente a dejar de estigmatizar la obesidad y a reconocerla como una enfermedad compleja, relacionada con factores físicos, psicológicos y sociales.

“Tengo la ventaja/desventaja de que por 38-39 años de mi vida fui persona con obesidad”, expresó. “De hecho, oficialmente según el BMI, lo sigo siendo”.

El hambre emocional y el ciclo sin fin

Fonseca describió cómo la obesidad no es simplemente una cuestión de “fuerza de voluntad”, sino un problema mucho más profundo y difícil de controlar. “Yo quisiera que fueran ‘changuerías’. Yo quisiera no tener este pensamiento todo el tiempo de comer, comer, comer. Incluso hoy en día… cada vez que tengo un minuto libre, pienso en comida”.

A pesar de que ha usado medicamentos como Ozempic, Wegovy, Mounjaro y Zepbound, admitió que incluso con tratamiento médico el proceso sigue siendo retador. Su testimonio enfatiza que la relación con la comida puede ser adictiva y que el placer no está en el acto de comer, sino en la sensación de llenura:

“El placer no necesariamente es ni siquiera comer, es llenarse. En mi caso, por ejemplo, yo no comía cosas malas… yo quería estar lleno todo el tiempo”.

Una vida centrada en la comida y en la culpa

Durante su intervención, Fonseca también habló del impacto emocional y financiero de su lucha con la obesidad, incluyendo episodios en los que llegó a endeudarse por satisfacer su ansiedad con comida: “Podía gastar cientos de dólares al día. De hecho, llegué a trepar las tarjetas un momento dado para comer”.

“La vida gira en torno a la próxima comida, la vida gira en torno a dónde yo voy a poder ir a esconderme, y te da vergüenza y te escondes para atragantarte”.

Este patrón lo llevó a considerar una cirugía bariátrica, aunque eventualmente optó por los medicamentos tras la recomendación médica.

El punto de quiebre: aceptar que no podía solo

Uno de los momentos más reveladores del testimonio de Jay fue cuando reconoció que parte del cambio llegó al aceptar que necesitaba ayuda:

“Yo te puedo decir que fue aceptar por primera vez que yo no podía. Porque yo siempre había pensado que iba a poder… ese concepto de qué por mi fuerza de voluntad… me rendí”.

También agradeció a quienes lo acompañaron en ese proceso, como la doctora Viviana Sánchez, a quien describió como la persona que le salvó la vida. “Busqué ayuda por todos lados; psicólogo, pastor, nutricionista. A lo que menos caso le hago es al nutricionista, porque me cuesta mucho trabajo comer varias comidas correctamente”.

Jay Fonseca no solo compartió su experiencia, también pidió a otros hombres que hablen sobre su salud física y mental sin miedo ni vergüenza. “Los varones especialmente tenemos que empezar a romper con eso de no hablar de nuestra salud. Si no rompemos con eso, vamos a premorir”.

Incluso aprovechó para normalizar otros temas como el uso de tratamientos estéticos: “La única operación que me he hecho por gusto es ponerme pelo, también quiero normalizar que los hombres nos pongamos pelo”.

Un mensaje final: no esperes a que te rescaten

Cerrando su intervención, Jay dejó un mensaje crudo pero esperanzador, dirigido a quienes hoy atraviesan una lucha similar:

“Nadie ha venido a tu rescate. Nadie va a poder hacer por ti. Y tenemos una ventaja con la inteligencia artificial: hay tanta información disponible… Saber que es un proceso que va a llevar años”.

“Yo estaba gigante, casi 400 libras. Me estaba comiendo 8 hamburguesas al día, a veces más. El día que tú reconoces que necesitas ayuda, es el día que empezaste a buscar una solución”, finalizó.

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