Síndrome metabólico está relacionado con un mayor riesgo de demencia de inicio temprano

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El síndrome metabólico puede acelerar el envejecimiento cerebral al provocar inflamación crónica y daño en los vasos sanguíneos del cerebro, aumentando el riesgo de deterioro cognitivo y demencia.

Cuando pensamos en demencia, solemos imaginar a personas mayores de 70 u 80 años. Sin embargo, existe una forma menos conocida pero profundamente impactante: la demencia de inicio temprano. Esta variante se diagnostica antes de los 65 años, afectando a personas en la plenitud de su vida laboral, familiar y social. Aunque menos frecuente que la demencia típica de edad avanzada, sus consecuencias emocionales, sociales y económicas son muy serias.

En los últimos años, los científicos han trabajado intensamente para identificar factores de riesgo modificables que podrían prevenir o retrasar el inicio de este devastador trastorno. Un nuevo estudio, publicado en abril de 2025 en la prestigiosa revista Neurology®, aporta una pieza importante al rompecabezas: el síndrome metabólico podría aumentar significativamente el riesgo de desarrollar demencia antes de los 65 años.

¿Qué es el síndrome metabólico?

El síndrome metabólico no es una enfermedad en sí misma, sino un conjunto de factores que, cuando ocurren juntos, incrementan el riesgo de enfermedad cardiovascular, diabetes tipo 2 y ahora, según nuevas investigaciones, también de demencia. Estos factores incluyen:

  • Obesidad abdominal (exceso de grasa en la cintura)
  • Presión arterial elevada
  • Niveles altos de azúcar en sangre (hiperglucemia)
  • Triglicéridos elevados (un tipo de grasa en la sangre)
  • Colesterol HDL bajo (el llamado «colesterol bueno»)

Para ser diagnosticado con síndrome metabólico, una persona debe presentar obesidad abdominal más al menos dos de los otros cuatro factores.

En palabras sencillas, el síndrome metabólico es una señal de alerta de que el cuerpo no está procesando adecuadamente la energía, lo que puede dañar de manera silenciosa órganos vitales como el corazón, el cerebro y los riñones.

El estudio que reveló una preocupante conexión

El estudio, dirigido por el Dr. Minwoo Lee y su equipo de la Universidad Sagrada de Hallym en Corea del Sur, analizó los datos de casi dos millones de personas entre 40 y 60 años de edad. Todos los participantes se sometieron a exámenes médicos que incluían medidas de cintura, presión arterial, niveles de azúcar y grasas en sangre.

De estos, aproximadamente el 25% fue diagnosticado con síndrome metabólico. Tras un seguimiento promedio de ocho años, 8,921 personas (alrededor del 0.45% del total) desarrollaron algún tipo de demencia.

Los resultados fueron claros: las personas con síndrome metabólico presentaban un 24% mayor riesgo de desarrollar demencia en comparación con aquellas que no lo tenían. Este riesgo no solo afectaba de manera general, sino que al analizar tipos específicos de demencia, se observó un aumento del:

  • 12% en el riesgo de enfermedad de Alzheimer, la forma más común de demencia.
  • 21% en el riesgo de demencia vascular, que está relacionada con problemas en la circulación sanguínea del cerebro.

De manera aún más alarmante, quienes presentaban todos los cinco componentes del síndrome metabólico tenían un 70% más de riesgo de desarrollar demencia de inicio temprano.

¿A quién afecta más?

El análisis reveló diferencias importantes entre grupos:

  • Mujeres con síndrome metabólico mostraron un aumento del 34% en el riesgo de demencia, en comparación con un aumento del 15% en los hombres.
  • Personas en sus 40s enfrentaban un riesgo mayor que aquellas en sus 50s.

Estos hallazgos sugieren que la combinación de factores metabólicos puede tener un impacto más agresivo en ciertos grupos, aunque se necesitan más investigaciones para entender por qué ocurre esta diferencia de género y edad.

¿Por qué existe esta relación?

Aunque el estudio solo muestra una asociación —y no prueba que el síndrome metabólico cause directamente demencia—, hay varias teorías que explican esta conexión:

  • Inflamación crónica: La acumulación de grasa abdominal y la resistencia a la insulina generan inflamación en el cuerpo, que puede dañar las células cerebrales a largo plazo.
  • Daño vascular: La presión alta y el colesterol alterado afectan los vasos sanguíneos, incluyendo los que irrigan el cerebro, incrementando el riesgo de mini-infartos cerebrales que pueden pasar desapercibidos pero acumularse con el tiempo.
  • Estrés oxidativo: Los desequilibrios metabólicos favorecen la producción de radicales libres, moléculas que dañan el ADN y las proteínas neuronales.

Estos mecanismos podrían hacer que el cerebro envejezca prematuramente y se deteriore antes de tiempo.

¿Qué podemos hacer para proteger nuestra salud cerebral?

La buena noticia es que el síndrome metabólico es prevenible y controlable. Adoptar un estilo de vida saludable no solo protege el corazón y la circulación, sino que también podría ser una estrategia poderosa para mantener el cerebro en forma.

Los expertos recomiendan:

  • Dieta saludable: Basada en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado y grasas saludables como las del aceite de oliva.
  • Ejercicio regular: Al menos 150 minutos de actividad física moderada por semana.
  • Control del peso: Evitar el aumento de la grasa abdominal.
  • Manejo del estrés: Meditación, yoga o actividades recreativas pueden reducir el impacto del estrés crónico.
  • Dejar de fumar: El tabaco empeora todos los factores de riesgo del síndrome metabólico.
  • Revisión médica periódica: Para detectar a tiempo alteraciones en la presión arterial, azúcar o colesterol.

Un llamado a la acción

La demencia de inicio temprano no solo cambia la vida de quien la padece, sino también la de sus familias y comunidades. Identificar los factores de riesgo en etapas tempranas abre la puerta a la prevención.

Como afirma el Dr. Lee, «cambiar hábitos a tiempo podría ser una poderosa herramienta para disminuir el riesgo de un futuro donde la memoria y la independencia estén en juego».

A medida que la ciencia avanza, comprender que la salud del cerebro empieza mucho antes de los primeros olvidos puede ayudarnos a actuar hoy, para proteger nuestro mañana.

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