Caso clínico resalta la amenaza de infecciones fúngicas en heridas traumáticas

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El paciente acudió a emergencias con una lesión en el antebrazo derecho que empeoraba progresivamente nueve días después de lesionarse con una espina de cactus. Imagen de caso.

Lo que parecía una simple herida causada por una espina de cactus terminó revelando una infección fúngica poco común pero potencialmente grave en un paciente inmunocomprometido. 

Médicos del VA Caribbean Healthcare System en San Juan, junto con especialistas de Ponce Health Sciences University, presentaron un caso clínico de esporotricosis, una infección subaguda causada por el hongo Sporothrix schenckii, que desafía los diagnósticos convencionales y señala la importancia de considerar patógenos menos comunes en heridas que no cicatrizan. 

Detalles del caso 

El paciente, un hombre de 68 años con antecedentes de mieloma múltiple, diabetes tipo 2, enfermedad renal crónica y uso de inmunosupresores, acudió a emergencias con una lesión en el antebrazo derecho que empeoraba progresivamente nueve días después de lesionarse con una espina de cactus. 

Aunque inicialmente recibió antibióticos orales, la herida presentó signos típicos de infección avanzada: drenaje purulento, lesiones friables y linfangitis nodular ascendente.

Ante la falta de mejoría, el equipo médico consideró diagnósticos como esporotricosis, nocardiosis o infecciones por micobacterias atípicas. Se inició un abordaje multidisciplinario con estudios de imágenes, biopsias y cultivos, confirmándose celulitis infectada. 

A pesar de que los cultivos no identificaron directamente el hongo, el tratamiento con Itraconazol 200 mg/día (el estándar de oro para la esporotricosis) junto con antibióticos de amplio espectro demostró una mejoría clínica significativa.

Tres semanas después, las lesiones habían sanado notablemente, sin signos de infección activa ni dolor. La terapia con Itraconazol continuará por al menos un mes más, siguiendo las recomendaciones internacionales de extender el tratamiento dos a cuatro semanas después de la resolución clínica completa.

“Es importante destacar que el diagnóstico de esporotricosis no siempre se confirma con biopsia o cultivos debido a sus requisitos de crecimiento y al pequeño número de organismos que generalmente están presentes en las muestras”, señaló el equipo médico 

La esporotricosis, aunque rara, es más frecuente en regiones tropicales y subtropicales. Se estima que hay más de 40,000 casos anuales a nivel mundial, con unos 200–250 casos reportados en Estados Unidos cada año. La mayoría de las transmisiones ocurren por traumatismos con plantas, tierra o animales infectados, como gatos, y afectan principalmente a agricultores, jardineros y trabajadores veterinarios.

El caso clínico, titulado “Rosas no siempre son culpables”, hace referencia a la asociación tradicional de esta enfermedad con las espinas de rosa, pero recalca que cualquier exposición a material vegetal contaminado puede desencadenarla. Su presentación clínica, que imita infecciones bacterianas, puede llevar a diagnósticos erróneos y retrasos en el tratamiento si no se considera el contexto epidemiológico adecuado.

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