Mucho antes de que existieran hospitales, microscopios o especialistas en oncología, ya había enfermedades que afectaban al ser humano, incluso algunas tan temidas como el cáncer. El primer caso conocido de un cáncer de cabeza y cuello data de hace aproximadamente 4,000 años y fue hallado no en una biblioteca médica, sino en una tumba del antiguo Egipto.
El protagonista de esta historia silenciosa fue un hombre de entre 30 y 40 años, momificado con esmero y enterrado en el cementerio de Qubbet el-Hawa, en Asuán, al sur de Egipto. Lo que los arqueólogos y paleopatólogos encontraron en su cráneo fue asombroso: lesiones óseas destructivas que indicaban un carcinoma nasofaríngeo, un tipo de cáncer que hoy se sabe afecta a los tejidos que conectan la parte posterior de la nariz con la garganta.
Este hallazgo fue posible gracias a las tomografías computarizadas (TC) y los estudios tridimensionales que, combinando arqueología con medicina moderna, permitieron recrear el rostro del paciente y analizar los daños internos sin alterar el cuerpo. Así, la medicina del presente iluminó una historia enterrada durante milenios.
¿Qué es el cáncer de cabeza y cuello? Un recorrido para todos
El término “cáncer de cabeza y cuello” abarca un conjunto de tumores malignos que pueden desarrollarse en múltiples estructuras: boca, garganta, laringe, senos paranasales, nariz, glándulas salivales e incluso oídos. La forma más común es el carcinoma de células escamosas, que se origina en las células delgadas y planas que recubren estas superficies.
Este tipo de cáncer se relaciona frecuentemente con factores de riesgo como el consumo de tabaco, alcohol, la exposición prolongada al sol (en el caso de los labios) y, en las últimas décadas, con la infección por el virus del papiloma humano (VPH), sobre todo en cánceres orofaríngeos.
Aunque solemos pensar que el cáncer es una enfermedad moderna, al menos 200 casos antiguos de cáncer han sido identificados en momias egipcias, lo cual desmonta el mito de que el cáncer es un mal exclusivo de los tiempos modernos.
De momias a microscopios: la evolución del diagnóstico
En el antiguo Egipto, los médicos usaban mezclas de hierbas, masajes, fórmulas mágicas y cirugías rudimentarias. No existían conceptos de oncología como los conocemos hoy. La interpretación más probable del cáncer en esa época era como una maldición o castigo de los dioses.
En cambio, en la actualidad, el diagnóstico de cáncer de cabeza y cuello se basa en tecnologías avanzadas como:
- Endoscopias que permiten visualizar el interior de cavidades nasales, laringe y faringe.
- Biopsias para confirmar si una lesión es maligna.
- Imagenología avanzada (resonancia magnética, tomografía por emisión de positrones, etc.).
Algunos papiros médicos egipcios, como el Papiro Edwin Smith (siglo XVII a.C.), describen masas en el cuello con pronóstico sombrío, que muchos especialistas creen podrían haber sido linfomas o tumores sólidos.
Tratamientos: de lo ancestral a la precisión
Si bien los antiguos egipcios no podían hacer mucho más que aliviar síntomas, hoy en día la medicina ofrece una variedad de tratamientos altamente especializados. Dependiendo del tipo, ubicación y etapa del cáncer, se puede optar por:
- Cirugía: para extirpar el tumor cuando es posible.
- Radioterapia: que utiliza rayos de alta energía para destruir células cancerígenas.
- Quimioterapia: medicamentos que atacan las células de rápido crecimiento.
- Terapias dirigidas: como los inhibidores del receptor EGFR, que interfieren con señales específicas que usan las células cancerosas para crecer.
- Inmunoterapia: como nivolumab o pembrolizumab, que estimulan al sistema inmunológico para que reconozca y ataque las células tumorales.
El presente y futuro del cáncer de cabeza y cuello
Actualmente, el cáncer de cabeza y cuello representa alrededor del 4% de todos los cánceres en Estados Unidos y tiene una incidencia creciente en jóvenes debido a las infecciones por VPH. Afortunadamente, los avances científicos han mejorado significativamente la sobrevida a cinco años, especialmente cuando el diagnóstico es temprano.
La investigación continúa en múltiples frentes:
- Vacunas terapéuticas para combatir infecciones por VPH ya instaladas.
- Biopsias líquidas, que permiten detectar marcadores tumorales en sangre sin necesidad de cirugía.
- Terapias genéticas, que buscan corregir mutaciones específicas en las células tumorales.
- Nuevos biomarcadores que permiten personalizar tratamientos según el perfil molecular del tumor.
Aunque parezca increíble, uno de los factores de riesgo más antiguos del cáncer de cabeza y cuello —el humo— ha acompañado al ser humano desde que empezó a cocinar con fuego hace milenios.
Desde una tumba en el antiguo Egipto hasta los laboratorios de medicina de precisión del siglo XXI, el cáncer de cabeza y cuello ha sido un silencioso compañero de la humanidad. Hoy, gracias a la tecnología, el conocimiento científico y la concienciación sobre factores de riesgo, tenemos mejores herramientas que nunca para enfrentarlo.