“Cuando encontramos el cáncer en una etapa temprana, podemos atacarlo más eficientemente con posibilidades reales de cura completa”, explica la Dra. Yania López Álvarez, radióloga con doble subespecialidad de la Clínica Mayo.
Detectar el cáncer de mama de forma oportuna no solo salva vidas: también reduce los riesgos asociados a tratamientos más agresivos. “Podemos disminuir la mortalidad y la morbilidad de las pacientes, porque una cirugía temprana suele ser menos extensa y con menos complicaciones”, añade la especialista.
Mamografía, el estándar que salva vidas
Según las recomendaciones del Colegio Americano de Radiología, la mamografía de tamizaje debe iniciarse a los 40 años en mujeres con riesgo promedio. Sin embargo, la doctora enfatiza la importancia de evaluar el riesgo individual desde los 25 años, ya que algunas pacientes podrían requerir estudios antes.
“La mamografía es la herramienta que más vidas salva, pero no es la única. En algunos casos utilizamos sonomamografía, resonancia magnética o mamografía con contraste, dependiendo del tipo de tejido y el riesgo de cada paciente”, puntualiza la Dra. López Álvarez.
Cada estudio se adapta al perfil clínico de la paciente. Aquellas con tejido mamario denso se benefician de estudios complementarios como la tomosíntesis o la resonancia magnética, que mejoran la detección de lesiones pequeñas.
“Tratamos de hacer esto de una manera bien personalizada. Las pacientes con senos densos pueden beneficiarse de añadir tomosíntesis o resonancia, y esas imágenes nos permiten estudiar mejor la extensión de la enfermedad antes de la cirugía”.
La doctora también destaca que la tomosíntesis, una técnica más avanzada, “añade apenas 15 segundos más al estudio, pero ofrece información valiosa para eliminar falsos positivos y evitar estudios adicionales innecesarios”.
La compresión, una incomodidad necesaria
Aunque muchas pacientes expresan incomodidad durante la mamografía, la especialista aclara que la compresión es esencial para obtener imágenes claras y precisas.
“Es un poquito incómodo, pero absolutamente necesario. La compresión evita el movimiento y nos ayuda a visualizar mejor el tejido mamario, incluso en mujeres con implantes”, explica la doctora. Este proceso permite estudiar todo el tejido y detectar lesiones ocultas que podrían pasar desapercibidas sin una adecuada técnica de imagen.
Cuando se detecta una lesión sospechosa, la recomendación de una biopsia se basa en un análisis integral de las imágenes. “Algunas lesiones tienen apenas un 10 % de posibilidad de ser malignas, y en esos casos podemos optar por un seguimiento a seis meses antes de intervenir”, comenta la especialista.
El objetivo es claro: intervenir lo necesario, sin sobrediagnósticos ni procedimientos invasivos innecesarios.









