Latinoamérica debe actuar ante la alarmante cantidad de niños cero dosis

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Los niños cero dosis se definen operativamente como aquellos que nunca han recibido una primera dosis de una vacuna que contenga componentes contra difteria, tétanos y tosferina.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha lanzado una advertencia sobre la situación de los esquemas de vacunación en Latinoamérica, donde aproximadamente 2,7 millones de niños y niñas menores de un año tienen esquemas de vacunación incompletos. Lo más preocupante, sin embargo, es la persistencia de los denominados niños cero dosis, que corresponde a infantes que no han recibido ni una sola vacuna.

Ante este panorama, la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica (SLIPE) publicó un artículo en la revista F1000Research en el que se destaca la urgencia de priorizar la atención a esta población. 

“El artículo es relevante porque muchas veces se habla solo de coberturas de vacunación, que en ocasiones pueden ser incluso altas, pero se tiene un porcentaje nada despreciable de niños que no han recibido ninguna vacuna. Esto genera un enorme riesgo para ellos, por lo cual es necesario buscarlos con prioridad y vacunarlos», declaró a Medscape en español la Dra. María Ávila Agüero, autora del artículo, especialista en infectología pediátrica. 

Los niños cero dosis se definen operativamente como aquellos que nunca han recibido una primera dosis de una vacuna que contenga componentes contra difteria, tétanos y tosferina. Durante un simposio organizado por la SLIPE a finales de 2023, se recopilaron datos y recomendaciones para mejorar el abordaje de esta problemática. Aunque en 2021-2022 se registró una disminución del 14% en el número de niños cero dosis en América (de 1,85 a 1,31 millones), el problema persiste con gran variabilidad entre países. 

Por ejemplo, en 2023, la cobertura para la primera dosis de la vacuna DTP fue de 89% en la región, con extremos que van del 65% en Venezuela hasta el 99% en República Dominicana, Chile, Cuba y Costa Rica.

“La pandemia de COVID-19 cambió todo, ya que se destinaron recursos para contenerla que afectaron a otros programas, entre ellos los de vacunación y educación en salud. Si bien hay recuperación en la región, esta no es uniforme y va de la mano de la solidez de los ministerios de salud y sus políticas públicas», afirmó la Dra. Ávila Agüero.

La Dra. Aurora Bautista Márquez, médica pediatra con amplia trayectoria en salud pública y extitular de la División de Desarrollo Integral Infantil del IMSS, coincidió con la preocupación. “Es interesante y relevante porque nos recuerda la existencia de este preocupante problema en la región”. Añadió que “significa tener un riesgo latente de que reaparezcan o haya brotes de enfermedades prevenibles por vacunación”.

Además, señaló que al inicio de la pandemia disminuyeron de forma drástica las coberturas básicas de vacunación en menores de cinco años debido al temor de contagio por SARS-CoV-2. Aunque las tasas mejoraron con la llegada de las vacunas contra COVID-19, la recuperación ha sido desigual.

Entre las recomendaciones clave del artículo, se destaca la necesidad de identificar y caracterizar a la población cero dosis en cada país. Esto implica saber quiénes son, dónde están y por qué no han sido vacunados, para poder implementar estrategias efectivas y sostenibles. 

También se hace un llamado a mejorar los registros nominales electrónicos de vacunación, considerados por la Dra. Bautista Márquez como “la estrategia más costo-efectiva para el seguimiento puntual del estado de vacunación de la población infantil”.

Otro aspecto fundamental es reforzar la comunicación sobre los beneficios de las vacunas y combatir la desinformación. “La participación de los trabajadores de la salud en la formación de la percepción pública respecto de la vacunación y la educación sobre las vacunas juegan un papel importante y pueden ayudar a prevenir la reticencia a vacunarse», señaló el equipo autoral.

La Dra. Ávila Agüero añadió que los profesionales de la salud deben aprovechar cada contacto con niños para revisar cartillas y vacunar, actuando con empatía y sin minimizar los temores de las familias.

Así, las estrategias deben asegurar la disponibilidad de vacunas incluso en zonas remotas y para poblaciones migrantes, a través de unidades móviles, horarios extendidos y programas especiales.

“No hay que esperar a tener epidemias o brotes de una enfermedad prevenible por vacunación. Esto es inaceptable y deben tomarse medidas para evitar el desabasto de vacunas. Además, se requiere invertir en capacitación y en sistemas de información para tener mejor seguimiento de los esquemas de vacunación de los niños y niñas de la región», advirtió la Dra. Bautista Márquez. 

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