En el marco de un foro especializado de Public Health Latam, dedicado al cáncer de próstata en Puerto Rico, el Dr. Gilberto Ruiz Deyá, urólogo del Centro Médico Episcopal San Lucas en Ponce, alertó sobre la urgencia de tomar medidas preventivas ante una enfermedad que representa la principal causa de muerte por cáncer en hombres en la isla.
“Si comparamos nuestras estadísticas con las de Estados Unidos, allá el cáncer de próstata es la segunda causa de muerte. En Puerto Rico es la primera”, explicó el Dr. Ruiz durante su participación en el panel. “De hecho, estudios en Miami revelaron que los puertorriqueños tienen la mortalidad más alta por esta enfermedad, incluso por encima de los afroamericanos en Estados Unidos”.
Diagnóstico temprano: clave para la sobrevivencia
El llamado del Dr. Ruiz Deyá fue claro: los hombres deben acudir al urólogo antes de presentar síntomas. “Cuando hay síntomas, puede ser demasiado tarde. El diagnóstico temprano permite curar la enfermedad si está localizada”, afirmó.
Entre los síntomas que pueden aparecer en fases más avanzadas, mencionó dificultad para orinar, levantarse varias veces en la noche, presencia de sangre en la orina y dolor en la espalda, en casos de metástasis ósea.
No todos los cánceres de próstata son iguales. El Dr. Ruiz Deyá explicó la importancia del Gleason Score, un sistema que clasifica la agresividad del cáncer a partir de una biopsia: “Un Gleason de 6 tiende a indicar un crecimiento lento. Pero cuando el score es mayor de 8, el tumor puede ser tan agresivo que incluso el PSA puede estar normal… El paciente puede morir en pocos meses”.
Los tumores se clasifican en cinco grupos, siendo los grupos 4 y 5 los de comportamiento más agresivo, conocidos como high grade tumors, con alta probabilidad de metástasis temprana.
La biología del tumor y la genética puertorriqueña
Según el especialista, las investigaciones apuntan a factores genéticos particulares en Puerto Rico que podrían explicar la alta incidencia y agresividad de la enfermedad.
“Nuestra área de estudio es la epigenética. Más allá del ADN heredado, está el daño que nosotros mismos podemos causar. Por ejemplo, el tabaquismo, la dieta, o la exposición a agentes como el Agente Naranja pueden alterar nuestro material genético y pasarse a generaciones futuras”.
De esta forma, el Dr. Ruiz resalta que “atenderse a tiempo es el corazón del tratamiento. Podemos curar esta enfermedad si la encontramos a tiempo. No esperen a tener síntomas. La prevención puede salvar vidas”.