En un caso clínico recientemente documentado, una mujer joven, miembro de la comunidad de Testigos de Jehová, fue tratada por leucemia mieloide aguda (LMA) sin recibir transfusiones de sangre, desafiando los protocolos médicos convencionales y resaltando la necesidad de enfoques terapéuticos personalizados para pacientes con creencias religiosas particulares.
La leucemia mieloide aguda, una enfermedad rara y agresiva que representa aproximadamente un tercio de todas las leucemias diagnosticadas en Estados Unidos, exige tratamientos intensivos que, por lo general, implican quimioterapia de alta toxicidad y el uso frecuente de hemoderivados debido a la frecuente aparición de citopenias severas.
En este caso, la paciente presentó un nivel de hemoglobina críticamente bajo de 6,7 g/dl al momento del diagnóstico. Aun así, y conforme a su fe, rechazó cualquier tipo de transfusión sanguínea, lo cual supuso un reto médico significativo. Fue tratada con una combinación hospitalaria de azacitidina y venetoclax, una terapia menos intensiva que ha mostrado cierto beneficio en pacientes frágiles.
A pesar del tratamiento, un estudio de médula ósea realizado al día 28 mostró aún presencia de leucemia residual con un 10–15% de blastos. Su hemoglobina descendió hasta los 3,7 g/dl en el día 19 del tratamiento, un nivel considerado extremadamente bajo y potencialmente incompatible con la vida. Posteriormente, completó tres ciclos adicionales de azacitidina en un entorno ambulatorio, pero decidió no continuar con el tratamiento y falleció en su hogar.
El caso fue atendido completamente dentro de una red de hospitales comunitarios y pone en relieve los dilemas clínicos y éticos que enfrentan los equipos médicos al tratar a pacientes que rechazan intervenciones comunes por motivos religiosos.
“La denegación del consentimiento para el uso de hemoderivados complica considerablemente el diseño de un régimen quimioterapéutico para la LMA, especialmente cuando el nivel de hemoglobina ya es críticamente bajo al inicio del tratamiento”, concluyen los médicos tratantes en su informe.
También, subrayan que este tipo de situaciones requiere el desarrollo de regímenes terapéuticos personalizados, potencialmente utilizando medicamentos en uso compasivo o fuera de indicación, para intentar minimizar los efectos adversos y mejorar la calidad de vida del paciente.
En un campo donde la medicina personalizada gana cada vez más terreno, este caso recuerda la importancia de adaptar la atención no solo a la biología de la enfermedad, sino también a los valores del paciente.
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