Con voz firme y palabras que conmueven por su honestidad, el Dr. José Franceschini, psiquiatra, abrió su corazón para compartir una historia que trasciende títulos, batas blancas y diagnósticos clínicos. Su testimonio no es solo el de un médico, sino el de un ser humano que ha vivido en carne propia la vulnerabilidad de convertirse en paciente de cáncer.
Una vida transformada por la enfermedad
Su relato comienza en 2008, con un diagnóstico temprano de melanoma, que pudo tratarse únicamente con cirugía. Pero en agosto de 2021, una tos súbita marcó el inicio de una nueva etapa en su vida. “Estoy viendo televisión, me viene una tos… y lo próximo que siento es a mi esposa dándome en el pecho creyendo que me había dado un infarto”, recordó el doctor.
El incidente reveló una anemia severa que llevó a una colonoscopía. El resultado fue un tumor de cinco centímetros en el colon. “Cuando me dicen que tengo un tumor grande, lo primero que me vino a la mente fue pensar: qué bueno que fue a mí, y no a un hijo o a un nieto”, dijo. “Ya yo tenía 72 años. He vivido una vida plena. Y eso me dio fortaleza”.
Para el Dr. Franceschini, su formación como psiquiatra fue crucial en su proceso de adaptación. “Definitivamente me ayudó mucho mi conocimiento de salud mental y neurología. Cuando uno se pone ansioso o deprimido, el cerebro produce distintas reacciones químicas. Por eso la aceptación es tan importante”, explicó. “La vida es como es, no como uno quisiera que fuera”.
Comparó su experiencia con los doce pasos de Alcohólicos Anónimos, destacando que el primer paso, la aceptación, es vital tanto para el adicto como para el paciente de cáncer. “Una vez tú aceptas la muerte, empiezas verdaderamente a apreciar mucho más la vida”, mencionó.
Durante su tratamiento, el Dr. Franceschini observó algo que lo marcó profundamente: pacientes enfrentando el cáncer completamente solos. “Eso es desgarrador. Vivir esto solo, yo creo que es casi imposible. Yo tuve la dicha del apoyo de mi esposa y mucha gente querida, y eso lo cambia todo”, relató.
Su esposa, patóloga, fue pieza clave en cada etapa de su lucha. “Ella no me llamaba como médico, sino como esposa. Con el corazón. Compartimos esta experiencia en amor y equipo”, expresó con gratitud.
De médico a paciente
Franceschini no solo ha escrito sobre su experiencia en su libro “No es lo mismo ser el médico que el paciente”, sino que continúa enseñando, aún después de múltiples tratamientos, quimioterapia, radiación y pérdida de peso extrema. “Yo me había dicho desde un principio que iba a ser el mejor paciente posible. Me entregué. Me dije: yo no voy a tratar a nadie con cáncer, déjenselo a los oncólogos. Yo me voy a dejar llevar”, contó.
El psiquiatra admite que su vida cambió completamente. “Yo he crecido como ser humano. Me siento mucho más agradecido, mucho más contento. Esta experiencia, aunque dolorosa, me ha hecho mejor persona”.
También advierte sobre la importancia de la prevención, en especial del cáncer de colon. “Es curable si se detecta a tiempo. Háganse la colonoscopía. Aunque no sea genético, corre en familias”, señaló, explicando que sus propios hijos deben seguir un protocolo de vigilancia frecuente.
El legado de una vida con propósito
Hoy, a sus 76 años, José Franceschini sigue siendo un faro de esperanza, resiliencia y humildad. “Aceptar la muerte no es querer morirse. Es comenzar a vivir con más sentido. Es encontrar paz interior”, afirma.
Su testimonio, más allá del ámbito médico, es un llamado al amor propio, a la prevención, a la fe, y a la gratitud. Porque como él mismo repite con convicción: “No es lo mismo ser el médico que ser el paciente… y haber vivido ambas cosas me ha cambiado para siempre”.
