La Asamblea Nobel del Instituto Karolinska ha decidido otorgar el Premio Nobel de Fisiología o Medicina 2024 a los investigadores Victor R. Ambros, Ph. D., y Gary Bruce Ruvkun, Ph. D., por su innovador descubrimiento del microARN y su papel crucial en la regulación genética postranscripcional.
Este hallazgo fue realizado en el modelo del pequeño gusano C. elegans, un organismo que ha demostrado ser fundamental para entender los complejos mecanismos de regulación genética que son esenciales para todas las formas de vida complejas.
El descubrimiento del microARN representa un principio completamente nuevo de regulación génica, que se suma a los conocimientos previos sobre cómo las diferentes células expresan distintas proteínas a partir de la misma información genética.
Tradicionalmente, se sabía que la información fluye del ADN al ARNm y de este a la producción de proteínas. Sin embargo, la nueva investigación revela que el proceso es más contundente de lo que se pensaba, dando pie a profundos entendimientos sobre la actividad genética y su regulación.
Como se ha señalado en el comunicado de prensa del Instituto Karolinska, «la actividad genética debe ajustarse constantemente para adaptar las funciones celulares a las condiciones cambiantes de nuestro cuerpo y del medio ambiente». Esta capacidad de adaptación es vital; un control anómalo en la regulación genética puede conducir a enfermedades severas como el cáncer, diabetes y enfermedades autoinmunes. Es por ello que desentrañar los mecanismos de la regulación genética se ha vuelto uno de los grandes objetivos de la biología contemporánea.
En la década de 1960, se estableció que los factores de transcripción, proteínas especializadas, podían conectarse a áreas específicas del ADN para influir en la producción de ARNm. Desde aquel entonces, miles de factores de transcripción han sido identificados. Sin embargo, las investigaciones de Ambros y Ruvkun, llevadas a cabo a finales de los años 80 bajo la dirección de H. Robert Horvitz, desafiaron la percepción de que se habían comprendido completamente los principios de la regulación genética.
El pequeño nematodo C. elegans, con su longitud de apenas 1 mm, se convirtió en una clave para explorar este fenómeno, estableciendo un nuevo paradigma en la biología molecular. Al hacerlo, los científicos no solo ampliaron nuestro conocimiento sobre el funcionamiento del genoma, sino que también abrieron nuevas avenidas para la investigación médica que podrían transformar la forma en que entendemos y tratamos diversas enfermedades.
El reconocimiento de Ambros y Ruvkun no solo celebra sus logros personales, sino que también destaca la importancia de la investigación básica en la ciencia moderna, que continúa sacando a la luz los secretos de la vida a niveles cada vez más profundos.