La inflamación suele verse como algo negativo, y en muchos casos, con razón. Se ha relacionado con enfermedades crónicas como la diabetes, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Sin embargo, no toda inflamación es perjudicial; también es una respuesta natural del cuerpo ante lesiones o infecciones. Esto plantea preguntas comunes: ¿Podría tener inflamación sin saberlo? ¿Cómo puedo detectarla? ¿Existen pruebas específicas para ello? La respuesta es sí, pero no siempre son necesarias.
Pruebas para detectar inflamación
Existen varias pruebas en el ámbito médico para medir la inflamación, aunque no pueden diferenciar entre una inflamación aguda (como la causada por una infección o lesión) y una inflamación crónica (relacionada con enfermedades metabólicas o autoinmunes). Algunas de las pruebas más comunes son:
- Velocidad de sedimentación globular (VSG o ESR): Mide cuán rápido los glóbulos rojos caen en un tubo de ensayo. Valores altos pueden indicar inflamación.
- Proteína C reactiva (PCR): Producida por el hígado, esta proteína aumenta cuando hay inflamación en el cuerpo. Valores superiores a 3 mg/L pueden indicar un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares.
- Ferritina: Aunque se usa principalmente para evaluar los niveles de hierro, también se eleva con la inflamación.
- Fibrinógeno: Este componente de la sangre involucrado en la coagulación también tiende a aumentar con la inflamación.
¿Son útiles estas pruebas?
En algunos casos, sí. Estas pruebas pueden ayudar a diagnosticar y monitorear condiciones inflamatorias como la artritis reumatoide. También pueden ser útiles en enfermedades más raras, como la arteritis de células gigantes, donde la VSG suele estar muy elevada.
Sin embargo, estas pruebas no siempre son concluyentes. Se pueden dar falsos positivos (cuando los resultados sugieren inflamación sin que realmente la haya) o falsos negativos (cuando la inflamación está presente, pero la prueba no lo detecta). Por ello, los médicos suelen utilizarlas en conjunto con otros exámenes y evaluaciones clínicas.
¿Deberías hacerte pruebas de inflamación regularmente?
Para la mayoría de las personas, la respuesta es no. Actualmente, no se recomienda hacer pruebas de inflamación como parte de un chequeo rutinario, salvo en casos específicos. Por ejemplo, la prueba de PCR puede ayudar a evaluar el riesgo cardiovascular en personas con un riesgo intermedio de ataque al corazón. Pero en la mayoría de los casos, las evaluaciones estándar de salud, como medir la presión arterial, el colesterol y el nivel de azúcar en sangre, ofrecen información más útil para prevenir enfermedades.
¿Por qué no hacerse pruebas de inflamación por precaución?
Aunque la inflamación crónica a menudo no causa síntomas evidentes, buscarla sin un motivo claro no siempre es útil. En su lugar, lo más efectivo es mantener un estilo de vida saludable y realizar controles médicos regulares que permitan identificar y tratar las causas subyacentes de la inflamación, como:
- Sobrepeso y obesidad
- Diabetes
- Enfermedades cardiovasculares
- Infecciones crónicas como hepatitis C
- Enfermedades autoinmunes
Las pruebas de inflamación pueden ser útiles en ciertos casos, pero no son necesarias para todo el mundo. En lugar de preocuparse por hacerse pruebas sin indicación médica, es más efectivo adoptar hábitos saludables, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y chequeos médicos periódicos. De esta manera, se pueden prevenir y tratar a tiempo las condiciones que realmente pueden provocar inflamación dañina para la salud.